Poderes
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Un poder es un documento público otorgado por un notario que autoriza a una persona o entidad a designar a otra como su representante para actuar en su nombre en ciertos asuntos legales. El representante debe demostrar su calidad de apoderado presentando la copia autorizada del poder.
El poderdante tiene el derecho de revocar el poder en cualquier momento. Si el representante se niega a devolver la copia autorizada del poder, se recomienda otorgar una escritura de revocación ante notario y notificar la revocación al representante a través de otro notario, que no necesariamente debe ser el mismo que inicialmente autorizó el poder.
El uso de la firma electrónica reconocida entre notarios permite la transmisión inmediata y telemática de copias autorizadas de poderes entre diferentes notarías, eliminando la necesidad de enviar copias en papel y ahorrando tiempo en el proceso de otorgamiento de la escritura en la que intervendrá el apoderado.
Los poderes notariales españoles tienen validez internacional gracias a la Apostilla de la Haya, la cual permite que la eficacia legal de un poder sea reconocida entre los países firmantes del Convenio de la Haya. La apostilla consiste en una anotación en el documento notarial que certifica la autenticidad del documento público expedido en otro país.
Existen diversos tipos de poderes, cada uno requiere una redacción y tratamiento específico. Es fundamental consultar con su notario para recibir asesoramiento sobre cuál se adapta mejor a sus necesidades.
En ciertos casos, se busca otorgar al representante un amplio espectro de facultades, abarcando una amplia gama de acciones en nombre del poderdante, lo cual se conoce como poder general. Sin embargo, la configuración de un poder puede adaptarse a las necesidades particulares de cada situación. Por ejemplo, existe el poder para pleitos, que permite a un procurador representar a alguien en un juicio, o el poder para contraer matrimonio, útil cuando los cónyuges residen en diferentes ubicaciones. En general, cualquier acto que requiera representación puede ser objeto de un poder. Es importante tener en cuenta que hay ciertos actos o negocios jurídicos que no pueden ser objeto de representación, como la posibilidad de otorgar testamento, que en la mayoría de las legislaciones se considera como un acto personalísimo, aunque algunas leyes autonómicas pueden permitirlo.
